jueves, 21 de marzo de 2019

El Navajo, 19 de marzo de 2019.

El día amanecía frío y gris, las condiciones climatológicas no parecían las más adecuadas para una jornada de fotografía ornitológica, pero a pesar de ello el aguardo de El Navajo siempre tiene alguna sorpresa preparada.

Tras verter un poco más de agua en la balsa para descongelarla procedimos a instalarnos cómodamente en el hide, sus casi dos metros y medio de ancho lo permiten. Antes de que acabásemos de montar los equipos ya teníamos allí a los primeros visitantes, los herrerillos capuchinos, auténticos dueños del territorio a pesar de su pequeño tamaño.


Lophophanes cristatus, El Navajo. 

Casi simultáneamente, por entre las largas sombras del amanecer, llegó el mirlo común.


Turdus merula, El Navajo.

Su primo, el zorzal charlo, tampoco se hizo muy de rogar y no dudó, a lo largo de toda la mañana, en regalarnos sus elegantes posados.


Turdus viscivorus, El Navajo.

Los más pequeños casi llegaron a la vez, primero el reyezuelo listado


Regulus ignicapilla, El Navajo.

y un momento después el mito.


Aegithalos caudatus, El Navajo.

La luz no era la más adecuada, pero la sesión había empezado con mucha intensidad.

El precioso arrendajo eurasiático apareció por entre la espesura de la pinada ahuyentando al resto de los visitantes.


Garrulus glandarius, El Navajo.

Una pareja de cornejas comunes también se acercaron para defender su territorio desde las copas de los pinos de un milano negro en migración (lástima de foto).


Corvus corone, El Navajo



Inmediatamente después fueron los cuervos grandes los que se acercaron inquietos, alguien más tenía que estar merodeando por los alrededores del aguardo. En las alturas, sin bajar, descubrimos la presencia de tres buitres leonados.


Corvus corax, El Navajo.



De repente una enorme sombra cruzo por delante de la ventana de nuestro escondite, los buitres pensamos, pero antes de que pudiéramos prepararnos para fotografiar al nuevo visitante...


Aquila chrysaetos, El Navajo.



... ¡El águila real! 😱😱😱

La sorpresa fue mayúscula, era la primera vez que entraba al Navajo. Con razón estaban tan inquietos los cuervos. Ya había valido la pena el madrugón.

A pesar de la brutal presencia del águila, el resto de visitantes habituales fueron acudiendo a su cita con el teleobjetivo:

El pinzón vulgar,


Fringilia coelebs, El Navajo.

los carboneros, el común


Parus major, El Navajo.

y el garrapinos,


Periparus ater, El Navajo.

el petirrojo europeo, tímido en esta ocasión, se mantuvo a cierta distancia.


Erithacus rubecula, El Navajo.

Muy frecuente esta temporada y en mayor número que en otras ocasiones el verderón común.


Chloris chloris, El Navajo.

Distinto es el caso de los pardillos comunes que, de un tiempo a esta parte, se hacen más de rogar.


Carduelis cannabina, El Navajo.

Una pareja de alondra totovía anduvo "ramoneando" toda la mañana por los alrededores del aguardo,


Lullula arborea, El Navajo.

al igual que otra de escribano soteño.


Emberiza cirlus, El Navajo.

Fugaz fue la visita de la hembra de colirrojo tizón, aunque siempre es agradable disfrutar de su discreta belleza.


Phoienicurus ochruros, El Navajo.

Pero aun tendríamos alguna sorpresa más. Dos comunes visitantes en temporadas anteriores que en esta se habían prodigado muy escasamente:

El acentor común


Prunella modularis, El Navajo.

y el deseado mirlo capiblanco.


Turdus torquatus, El Navajo.

Sin foto, pero también pasaron por delante del aguardo, se quedaron el milano negro, los buitres leonados, el cernícalo vulgar, el escribano montesino y la abubilla.

Hasta ocho especies llegaron a coincidir a la vez, veinticinco especies avistadas, veinte fotografiadas, tres entradas del águila real, una auténtica fiesta ornitológica que nos hizo disfrutar de nuestra pasión.

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