En 4 birding somos tremendamente afortunadas, tenemos la suerte de poder disfrutar de maravillosas y emocionantes jornadas ornitológicas, como esta que os voy a contar mientras veo a través de la ventana, en pleno confinamiento, a los gorriones y tórtolas que acuden al comedero de nuestro patio.
Debe de ser por los distintos viajes y proyectos en los que llevamos trabajando desde hace tiempo que no he encontrado el momento para plasmar, negro sobre blanco, lo que ocurrió en el ya lejano 11 de agosto del año pasado.
Habíamos quedado José María y yo en su casa de Arcos a eso del amanecer para aprovechar al máximo las horas de sol. Apenas llegué Chema ya tenía dispuestos ocho bidones de agua para recargar los depósitos de los aguardos. Cargamos todo el material, agua, grano, tenebrios, carcasas de pollo, herramientas por si teníamos que arreglar algún desperfecto y, por supuesto, nuestras cámaras.
Nuestro primer destino, El Navajo. Todo en orden, apenas tuvimos que colocar algo de grano y tenebrios, limpiar el cristal y sentarnos a esperar a que fuesen apareciendo los primeros visitantes.
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Periparus ater (carbonero garrapinos), El Navajo, Arcos de las Salinas. |
Apenas estábamos acabando de montar los equipos cuando llegó el carbonero garrapinos, aunque de modo fugaz.
Tampoco se entretuvo demasiado el herrerillo capuchino, cuando habitualmente es de los que montan el campamento en la inmediaciones para aprovechar al máximo los tenebrios o ásticots con los que solemos regalarle el paladar.
Sí que aprovechó para darse un baño rápido el zarcero políglota...,
...igual que la primera de las sorpresas de la mañana, la curruca mirlona.
Otra curruca que quiso pasar rápidamente por el aguardo fue la carrasqueña. Algo pasaba, no era normal que los pajaretes no se quedaran a aprovechar la charca o el buffet libre.
De repente otra sorpresa, aunque sin acabar de acercarse todo lo que nos hubiese gustado, el pito real.
Y no mucho más tarde, aunque este sí que nos regaló con sus posados, su primo el pico picapinos.
También se asomó el zorzal charlo en pleno cambio de plumaje...,
... proceso en el que también se encontraba el piquituerto.
Un mosquitero común anduvo un momento por la charca...,
...igual que la alondra totovía, que solo me concedió una sola foto.
Y entonces..., todo acabó. Todos los pajaretes salieron huyendo tras escuchar la voz de alarma. Desbandada general.
Había llegado el terror, la sombra del bosque, el misil que surge de la floresta,
el impresionante gavilán.
La respuesta a tanto nerviosismo y tantas dudas entre nuestros visitantes habituales.
Conscientes de que en un buen rato no iba a acercarse ningún otro espécimen por el aguardo procedimos a realizar las tareas de mantenimiento, recargar el depósito, restablecer la estructura de la charca, modificar algunos posaderos, poca cosa, había que salir deprisa para llegar a buena hora al aguardo de Las Vacarizas.
Y es que después de la increíble visita del gavilán solo faltaba que su majestad, la reina, se dignase a visitarnos.
No tardaron demasiado en acercarse a desayunar los visitantes habituales del más alto de nuestros aguardos.
Los escribanos, el soteño y el montesino...,
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Emberiza cia (escribano montesino) Las Vacarizas, Arcos de las Salinas. |
... el colirrojo tizón...,
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Phoenicurus ochruros (colirrojo tizón), Las Vacarizas, Arcos de las Salinas. |
... la tarabilla europea y...
... un verdecillo despistado que pasaba por allí.
Apenas habían empezado a tomar confianza los pequeñines en el ámbito de la charca cuando una voz de alarma, seguida de una enorme sombra cruzando de derecha a izquierda, anunciaron la inminente llegada de la guinda de nuestra mañana...,
... el águila real.
¿Qué más se puede pedir a una jornada pajarera?
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