lunes, 18 de mayo de 2020

18 de mayo de 2020, dos meses después.

Sesenta y cuatro días habían pasado desde que visité los aguardos de La Casilla y Casa de los Arcos por última vez, todo el periodo de paso migratorio y buena parte de la época de cría de nuestros queridos amigos emplumados.

Un larguísimo paréntesis de ausencia y falta de cuidados que hace presagiar una ardua tarea para la recuperación de la presencia de las aves en el ámbito de nuestros hides.

A primera de hora de la mañana he llegado a La Casa de los Arcos, la primavera, exuberante, campaba fragante por todo el llano. El cereal ya segado teñía de dorado los campos y los acrobáticos vencejos amenizaban la mañana con sus fugaces trinos.

El aguardo de La Casa de los Arcos tras el sesenta y cuatro días.

El aguardo lucía integro y sólido, habiendo perdido las duelas que lo recubren el tono burdeos del vino tinto por efecto de las perseverantes lluvias. La balsa brillaba llena a pesar de que el depósito se había vaciado. Alguna "alimaña" ha hecho desaparecer uno de los comederos.

Tras limpiar intensamente el cristal espía, con mugre de dos meses, disponer un par de posaderos nuevos, abastecer con algo de agua el depósito y llenar el comedero de grano, decido esperar un rato a ver que se ve por los alrededores.

Tres críalos cruzan sobrevolando el trigal perseguidos por un grupo de urracas, un ratonero pasa indiferente por encima del aguardo, tres cogujadas merodean por entre las altas hierbas en busca de alimento, los verdecillos cantan sobre alguna carrasca cercana igual que el alcaudón real, primicia en este aguardo, vigila en busca de alguna presa, seis primillas merodean en los alrededores de la aldea.

Lanius meridionalis (alcaudón real), Los Arcos.

Evidentemente hay mucho trabajo por hacer tras el parón.


Salgo hacia La Casilla. Tal como llego un ratonero sale de la pinada, cornejas en los alrededores, el aguardo luce estupendamente aunque las lluvias han dejado su huella en la pintura, la balsa tiene buen nivel de agua y Jose ha tenido la amabilidad de poner algo de grano en el entorno del hide en alguna de sus visitas al gallinero.

El aguardo de La Casilla tras sesenta y cuatro días de ausencia.

Procedo de igual modo que en Los Arcos, limpio el cristal, lleno los comederos y coloco un par de posaderos nuevos, tal y como entro al aguardo para limpiar el vidrio por dentro llega una pareja de gorriones chillones. Sin prisa monto la cámara y el trípode, los gorrioncetes disfrutan de un plácido baño hasta que la sombra de aguilucho cenizo los pone en alerta, demasiado tarde para "afotarlo".

Petronia petronia (gorrión chillón), La Casilla.

Petronia petronia (gorrión chillón), La Casilla.
Petronia petronia (gorrión chillón), La Casilla.

La pareja, tras el sobresalto, sigue con sus abluciones proporcionándome una tan inesperada como gratificante sesión fotográfica de una primicia en este aguardo.

Galerida cristata (cogujada común), La Casilla.

Una cogujada y una urraca también decidieron acercarse por el hide.

Pica pica (urraca), La Casilla.

Con ganas, tiempo y recursos volveremos a conseguir que las aves, tras el obligado parón motivado por la epidemia, vuelvan con asiduidad a los aguardos.

Ya sabes, si quieres ver más imágenes de esta jornada, pulsa aquí.

Hasta pronto.

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